lunes, 14 de diciembre de 2015

‘Y Dios irrumpió de buen rollo’ de Román Piña

Hablemos de política. 

Decía Iñaki Uriarte “el otro día” en una entrevista que le hacía ABC que «a la hora de escribir, lo importante realmente en la vida no es eso [la política]. La discusión política del momento a los dos años es otra. La practicas, sí. Pero cuando escribes, si quieres dejar algo más tuyo, no lo pones».

Pues bien, si damos por buena la afirmación (lo hacemos) tendremos que decir de Román Piña no van a quedar ni las espinas de aquí a diciembre, porque otra cosa no, pero de política (actual, de ayer) en esta novela se habla hasta aburrir. Literal, esto.

Vamos a ello.

Ser editor tiene dos ventajas. Bueno, tres. La primera es que te permite llegar a millonario aplicando la ley del mínimo esfuerzo y todo gracias a los abusos y atropellos de los que serán víctimas tus escritores. La segunda es la ventaja de tener a hombres y mujeres hechos y derechos haciendo cola en la puerta del negocio −portando todos un paquetito de folios impresos en la mano− prestos a consentir todas cuantas y cuales relaciones sexuales el señor decida a cambio de ver su mierdilibro en la estantería de El Corte Inglés. Ser editor, lo sabe todo el mundo, son orgías, descapotables y centollos calibre tiburón.

La tercera ventaja es poder editarse a sí mismo, ya sea bajo seudónimo, ya dando la cara. Y además hacerlo con una inmediatez cuasifantasmal. Tú te levantas un lunes, lees en el periódico que ha muerto Manolete y a poco que seas medio avispado el viernes ya tienes publicada la primera biografía no autorizada del matador. Y de ahí al polígrafo del Salvame deluxe. Y a vivir. 

Pues un poco esto es lo que ha pasado. No sé cuántos millones o cuántas orgías lleva anotadas este año Román en esa libretita azul que siempre lleva encima, pero lo que sí es seguro es que ha sabido sacarle partido al panorama político español de este año, de este mes, de esta semana. De ayer, casi. 

Y Dios irrumpió de buen rollo es la política actual llevada al absurdo, si no lo estaba ya. En ella salen (bueno, es decir, “salen”, es decir, “aparecen”, es decir, “se nombran”) todos: Falangito, el de Ciudadanos; el presi, Rajoy; Pedro Steve McQueen Sanchez; el de la coleta… To-dos. Y Mas, quiero decir Artur Mas. Y Junqueras, Ada Colau, Carmena…. Y otros, tipo Jimenez Losantos y demás morralla.

«A la hermana Eulalia los años de oración la habían conducido a ese punto sin retorno, tan cómodo como un trampolín sobre el abismo: o aquello lo arreglaba Dios de una vez o España estaba condenada a la perdición. No hablamos de una perdición de risa. Estaban en juego no sólo la calidad de vida de los ciudadanos, o la garantía de unos servicios básicos. El país apuntaba hacia una inminente pesadilla de sangre y muerte. O como mínimo hacia el fin de una nación tal como el mundo la había conocido en los últimos siglos».

Una monjita, de profesión pastelera, harta ya de esperar una solución que nunca llega y viendo que Dios, de estar, está más bien a lo suyo o directamente ni está ni se le espera o mejor que le vayan dando, decide que será ella la que arregle el desaguisado para lo cual se alía con un periodista, un mierdecilla que vive con su padre, para que haga de cabeza visible de la conspiración que solita la monja trama con alevosía y nocturnidad. El truco: dar con una buena moza, lista como un ajo, que transmita, desde sus grandes atributos, sus grandes ideas (las grandes ideas monjiles) al mundo o más concretamente a algún político con influencia y que luego que vaya todo rodado hasta la feliz conclusión.

Nos encontramos, pues, frente a un ejemplo perfecto de Realismo Puro Contemporáneo.

La novela pone en evidencia la desastrosa política de este país de pandereta pero lejos de buscar una solución - toda vez que, sabemos, esta pasaría por un genocidio selectivo−, propone pequeños cambios, empezando por los lingüísticos, para que al menos podamos entendernos en medio de la algarabía general. Media novela es, por lo tanto, la cuestión del bilingüismo y matraca habitual: que si mejor catalán, que si mejor español, que si los derechos de unos, los de otros, los de Mas allá. Y dale que te pego a la criatura y llévame señor. Que si esta ley, que si esta otra, que si ya está bien de tocar los eggs a los estudiantes, que si la culpa es de este o el otro o de Felipe no sé cuánto que en buen siglo se fue a tirar a quien no debía. Anda que…

No conozco a Román lo suficiente para saber si lo pone en boca de otros es lo mismo que sale de la suya, pero voy a suponer que sí o de otro modo no se entiende. Tal vez se pregunten qué sentido tiene escribir una novela como esta. Yo se lo invento: se trata de dar tu propia visión de las cosas: si tú no me pides un artículo de opinión, yo te escribo una novela. (No hay como tener tiempo libre). Es un poco lo que ha pasado estos días con lo de los atentados de París. De un día para otro todo el mundo pasó de DJ o fotógrafo de desayunos a experto en yihadismo y otras formas de intolerancia, y tres días después, cuando los bombardeos, también en estrategia militar. Bueno, pues Román es experto en lenguas vivas y políticos gilipollas y viendo que tiene una editorial y pensando que pa chulo su pirulo, se escribe un libro dando su visión de la cosas de la única forma que yo le conozco, que es medio tomándoselo todo a cachondeo medio no.


18 comentarios:

  1. Cómo se nota que os dais coba mutuamente en el caralibro. Al final no sé si la novela es buena, mala o mediopensionista. Ni siquiera si es novela o paja mental. EN fin, que tanto blablablá contra la crítica convencional y Carlinos hace una igual de Amiguetes S.A. Si es que ya no te puedes fiar de nadie.

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  2. Yo entiendo que la novela es tirando a mierdosa pero que podía ser peor; es decir, que Piña no es precisamente James Joyce pero tampoco es Elvira Navarro o Espido Freire...

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  3. La novela es simpática pero tampoco de partirte, claro que eso irá con el humor que tenga cada uno. A ver, yo es que estas cosas tampoco me las tomo muy en serio. Qué amiguismos ni que hostias. La "novela" es lo que es: la opinión de Piña (creo) en clave de humor. Una gansada sobre un hecho bastante local. ¿Ida de olla? Hummm, no tanto como parece. Yo es que no puedo destrozar algo que no se toma en serio a sí mismo, que quieren que les diga.

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    1. Yo es que no me gasto el dinero en algo que no se toma en serio. Que el dinero sí es cosa seria.

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  4. O sea, Piña quiere una columna de politica en El País, como no se la dan, escribe un libro así.

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  5. Joder.
    ¿Seré gilipollas?
    ¿Cómo no se me habría ocurrido, hasta ahora, que tengo madera para ser editor?
    Tong, majo, ¿sabes de algún sitio para echar la instancia?

    Gracias. FN.

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  6. A ver si nos soltamos todos la faja de una vez, que hay que tener más amplitud de miras: no siempre publica uno por alcanzar la gloria y la posteridad, tb se puede hacer una novela gamberra que no pretenda otra cosa que ser una satírica denuncia del momento, y creo que Piña no pretende vendernos la moto en ningún momento diciendo que se trate de algo distitno: se ve clarmamente lo que es desde la misma portada. Que no te gusta, vale, también tienes todo el derecho, pero joder, dejemos de darle vueltas siempre a lo mismo. Me ponen mala las etiquetas y las sentencias sobre lo que debe ser, tratar o no la literatura.¡Libertad!Valoremos los textos por su calidad y sus circusntancias concretas y no metamos todo en el mismo saco. Y que conste que no me he leído el libro ni sé si lo haré.
    Un abrazo ;)

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    1. ¿Qué haces esta noche, Zombie?
      Román

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    2. Si vienes a recogerme con el descapotable y unos centollos bajo el brazo, lo que tú quieras ;)

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    3. Me olería el sobaco a marisco

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    4. jajaja.Da igual; los zombies no somos muy tiquismiquis con eso de los olores corporales...

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  7. Lo extraño es que no se le haya ocurrido a nadie antes, aparte de a Ibáñez, quiero decir. Podrían salir cosas realmente divertidas.
    Al menos habrá que reconocerle la idea.

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  8. Yo me quedo con Ibáñez.

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  9. Una pregunta extraliteraria: ¿quién carajo es Nacho Vegas?

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  10. Hola, soy el auténtico Román Piña.
    Si queréis comprobarlo, me podéis escribir un email a roman@romanpigna.com y os lo podré demostrar regalándonos un ejemplar de la novela. Creo que os merecéis este castigo por seguir este blog de Tongoy. A Zombie y a Ire se lo regalo además con un extra por majas: un ejemplar de "Un turista, un muerto", las primeras andanzas de uno de los personajes de "Y Dios...". Además es Navidad. Oferta hasta final de existencias.

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