miércoles, 5 de diciembre de 2012

“El chico que diste por muerto” de Javier Ponce Gambirazio

La contraportada asegura que Javier Ponce Gambirazio “es el chico malo de las letras peruanas de hoy (letras en las que por cierto abundan los chicos buenos)”. A mí los escritores peruanos no me interesan especialmente. Especialmente, insisto; interés siento por todos, pero especial, no, por ninguno. Por ejemplo, por Jaime Bayly siento, directamente, un rechazo visceral que tiene su origen en la lectura de “No se lo digas a nadie”, y por Ivan Thays curiosidad, pero en ambos casos leerlos supone un esfuerzo y un riesgo que no siempre estoy dispuesto a correr, especialmente en el caso de Thays de quien no hago más que devolver sin leer libros que saco de la biblioteca no sé bien por qué razón. 

Decir que alguien es “el chico malo de las letras peruanas” parece mucho decir y de ahí el interés en saber si es verdad o simplemente un reclamo publicitario aunque ya supongo que lo segundo. Ser un chico malo es siempre mucho más divertido que ser el chico bueno. No hay color. Por eso los chicos buenos escriben poesía o novelas que amodorran mientras los chicos malos no (miren si no lo que pasa cuando un personaje como Grey deja de ser un dulce cortesano para dar el salto a la ingrata tarea de azotar las nalgas de una virgen). Y por esto es que no me creo que Gambiriazo sea un niño tan malo como se nos promete.

El chico que diste por muerto” también va de follar. Se asume en la narrativa que los malos son de más follar que los buenos, que pecan de amar sin condiciones aún a riesgo de caer en el ridículo más espantoso. La novela cuenta la historia de un chaval que las pasa muy putas durante demasiado tiempo. Maltratado por su padre y violado por sus vecinos no tiene lo que se puede decir una infancia envidiable y se tira todo el primer capítulo de la novela, algo así como 60 páginas, pegando botes de pueblo en pueblo y de casa en casa y siendo follado por todo lo que se mueve. Hay en el culo del protagonista un no sé qué qué se yo que invita a exploración. Y él asumiendo la desdicha de su desgracia mientras espera el anhelado momento de intercambiar roles con sus verdugos aunque la prosa acabe siempre por traicionarle la gallardía: una página es esto, por ejemplo: Mi gran muñeca es una piedra. Otra, esto otro: El movimiento más dramático es el silencio. Y así unas cuantas demasiadas, que se justifican en cuanto se sabe que el autor tontea desde niño con la puta poesía. 

Mi trabajo es el territorio donde los demás dan rienda suelta a sus deseos. Soy la dosis de honestidad. Cobro y olvido.” A esto es a lo que se dedica el protagonista durante tanto tiempo como todo el segundo capítulo de los cinco que componen la novela, en el que nos cuenta intimidades de alcoba de un gay en la gran ciudad. Descubrimos con esta novela que frente al medio Perú que entiende el otro medio vive en secreto el deseo incontrolable de tener experiencias nuevas, sexuales todas ellas.

El resto de la novela son distintas fases de la vida del chaval ya no tan chaval, contadas unas con más detalle que otras pero todas con el peso dramático de un poeta queriendo alzar la voz. Dicen otras reseñas (me he acostumbrado a curiosear) que la prosa de Javier cincela y cultiva un lenguaje sin florituras, que desviste la palabra dejándola desnuda para describir la forma más abigarrada y variopinta con la que se atavía el horror. Yo no sé a quién se le ocurren estas cosas de abigarrar atavíos del horror con prosas desnudas de los demás pero yo les juro por mi sombra que no he visto ni un triste culo entre tanto desnudo. Bromas aparte, el estilo es el propio de quien embellece cada idea buscando el suspiro del lector y acompañándolo de un intenso sufrimiento para que no se nos olvide que esto es más un dramón peruano que una road movie de cowboys dirigida por Ang Lee. Afortunadamente, Javier consigue no ponerse demasiado insoportable gracias a que deja entrever líneas de acción aptas para todos los gustos, es decir, que además de regalar el oído con sentimientos desatados se acuerda de incluir una historia de puteríos varios, violencia extrema y esas cosas tan de captar el interés ajeno. 

Decae un poco la cosa según avanza la novela porque superada la tierna infancia los polvos mágicos pasan a ser una elección cuando antes eran una violación y que no es lo mismo que te zurren con una vara de avellano a que te supliquen los agravios por favor o méame dentro. No es lo mismo. 

Y así la novela de una vida entera en 135 páginas, que tampoco es mucho si quieres intimar con el actor.  Entre lo peor la estúpida idea de que ser malo es hablar de sexo y violencia, aunque sea con tiernos infantes. Ser malo de verdad es algo completamente diferente. Ser malo de verdad es cerrar hospitales, por ejemplo, dejar morir a inmigrantes de sida, matar a la gente de hambre y desatención o congelar la pensión de mi vecina. Eso es ser malo de verdad y no lo del Gambirazio este que además tiene una cara de bueno que aturde.

19 comentarios:

  1. La verdad es que muchas ganas de leerlo, no dan.
    No es raro que se suela confundir "maldad" con "políticamente incorrecto", del mismo modo como literatos adolescentes han confundido de forma recurrente a Bukowsky o Burroughs con el pilar donde apoyarse para compartir con los demás sus noches de alcohol, sexo y drogas.

    De Jaime Baily "La mujer de mi hermano" no está mal del todo. Aunque la prosa sea anecdótica, los perfiles psicológicos de los personajes y sus motivaciones eran solventes.

    Y de Ivan Thais "Un sueño fugaz" hasta la recomendaría y todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Un sueño fugaz", ese es el que devolví la semana pasada. Ni lo abrí.

      De Bayly también leí "El cojo y el loco" pero me decepcionó un poco. Y ya no iba con muchas expectativas.

      Leeré a Thays. Algún día.

      Eliminar
  2. Hablando de peruanos, ¿has leído ya Bioy?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Arg, que va! Y me apetece más que los de estos dos pero se ve que menos que a otros doscientos.


      Eliminar
    2. Yo lo he leído y no sé qué pensar, la verdad. Pero vamos, en una tarde te lo ventilas.

      Eliminar
  3. Estimado sr. Tongoy: el último párrafo del post lo suscribo palabra por palabra.
    Sobre el libro en cuestión pues ni repajolera idea, pero da una perza que no veas... Me ha interesado sobremanera, sin embargo, que la editorial, que no conocía, se llame Zut ediciones y, tras consultar su web, me he enterado de que es así porque fue la última palabra que pronunció Apollinaire antes de morir. Pues menos mal que este poeta era un hombre educado, porque si llega a soltar un "Merde!" como Dios manda (en tales circunstancias), a ver si hubieran tenido huevos de ponerselo a la editorial.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Merde! es un gran nombre para una editorial. LA mitad de ellas merecían llamarse así. Me lo anoto yo para cuando me llegue la hora.

      Eliminar
  4. Es una editorial malagueña bastante pequeñita pero hacen cositas dignas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tengo algo más de ellos pero este es lo que más me llamó la atención. A ver, que miro: "Otros reinos" de Rodrigo Soto y "Lenta Venganza" de Miguel Albero. Ni flores, en ambos casos, pero mejor pita tiene el de Albero: http://www.zut-ediciones.com/libro/14/lenta-venganza/


      Eliminar
  5. Vaya. Los peruanos no nos interesan pero los mexicanos sí. Ayer charlábamos del Jaén y hoy ya lo tiene. Me permito predecir que va a ser una lectura rápida, fugaz, de hecho. Ya me contará. Yo me quedo con La marrana negra.
    Mis respetos.

    ResponderEliminar
  6. ¿Qué puedo decir? Tengo un don.

    De momento los peruanos van ganando. Hay que equilibrar la balanza.

    La marrana negra se me resiste. Sigo en ello. La conseguiré.

    ResponderEliminar
  7. Ojo: no es que lo recomiende, sino me apetece conocer su veredicto, pues no sé si La marrana negra es una genialidad o una gilipollez. Con El cielo árido tengo mi opinión formada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Créame, después de sus comentarios nadie tiene más ganas que yo de leerla.

      Por cierto, lo del Jaen fue una casualidad absolutamente genial que algún día contaré. Un día curioso el de ayer.

      Eliminar
  8. Veo que ha hojeado Babelia el sábado y se planea leer Las desventuras... Yo también, no porque le crea a Babelia, sino porque confío en Libros del Silencio, paidales aparte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo cierto es que me animó a terminarlo. Ya lo tenía empezado pero medio abandonado. Lo acabé esta misma tarde. Babelia exagera un poco, en mi opinión, pero la novela es interesante y divertida.

      Eliminar
    2. Babelia lo pintaba como un genio único. "Interesante y divertido" me suena a un rescate más, otro de tantos. ¿Lo es?

      Eliminar
    3. No, uno de tantos ni de broma. Es mejor que "uno de tantos" (considerablemente visto lo visto últimamente) pero genio único.... es mucho decir o al menos es pronto para decirlo. Desde luego si publican algo más seré el primero en leerlo. Eso ya dice mucho.

      Eliminar
  9. Respuestas
    1. No salga corriendo. Quería escribir hoy, si me diese tiempo, la reseña. Una chiquitita, de andar por casa.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.