miércoles, 20 de abril de 2011

La Patrulla de Salvación



Me viene ocurriendo, desde algunos años, un hecho muy curioso: me persiguen las mujeres. Cómo lo oyen. Casi siempre para golpearme, es verdad, para darme mi merecido, dicen, y ponerme de vuelta y media o dejarme en un lamentable estado que tengo más que merecido. El caso es que además de las mujeres últimamente han empezado a hacerlo también los hombres y también, dicen ellos, por las mismas razones. Yo, que soy natural precavido y tengo sin aprobar el Curso Intensivo de Técnica Pugilística al que me apunté hace un par de semanas, acostumbro a resolver el inconveniente echándome a correr presa del pánico. 

Pero hete aquí que ayer cuatro mujeres me echaron el guante aprovechando mi consabida pasión por esa cosa numerada de papel llamado libro. Se trata de una patrulla, nada menos. “La patrulla de Salvación”, se dicen. Me hace mucha ilusión porque es mi primera patrulla. La primera que me acosa, quiero decir. Y claro, la primera de la que no tengo que huir. Primero porque son mayores y no quiero infartarlas y segundo, y más importante, porque compartimos objetivos. Yo quiero ser, ya me conocen, la memoria de la literatura y quiero salvarla de su posible desaparición. Puesto que lo de estas bellas mujeres es más de denuncia que de crítica les pronostico un futuro laboral tan intenso y agotador como mal pagado, porque aquí hay mucho que hacer, mucho que denunciar, mucho que criticar y poco o nada que rascar. Quieren ser –y cito textualmente- “un observatorio del mundo editorial en castellano” y defender “los buenos libros y las editoriales de verdad”. Benditas sean. 

Desde aquí les deseo lo mejor de lo mejor: un futuro plagado de éxitos. Quede esta entrada como reclamo publicitario a ver si a fuerza de multiplicar los gritos nos hacemos oír. 



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