lunes, 16 de agosto de 2010

Reconstrucción



“La historia la escriben los vencedores” (Anónimo)
"Con mis propios ojos he visto yo mismo cómo lo llevaban con pompa (al Papa) sobre sus hombros los príncipes, fulminando cruces con la mano, y cómo lo adoraba todo el pueblo de rodillas a lo largo de las calles. Llegaban al extremo de que los que podían besarle los pies o las sandalias se consideraban más afortunados que los demás y proclamaban que habían obtenido numerosas indulgencias, gracias a las cuales les serían reducidos largos años de sufrimientos infernales. ¡Oh, Bestia, la más vil de las bestias, la más desvergonzada de las rameras!" (p. 462) [683].
CHRISTIANISMI RESTITUTIO – Miguel Servet



Se acercan a 500 los años que transcurrirán desde la cita de Miguel Servet que figura un poco más arriba y la próxima visita del Papa a nuestro país (o a cualquier otro; no tenemos la exclusiva de la estupidez), que también vendrá acompañada de pompa, boato, genuflexiones, lágrimas y promesas de eternidad: la versión gore de un concierto de Michael Jackson.
Romper con todo esto no es en nuestros días motivo de sorpresa; nadie se rasga ya las vestiduras ni se cuelga medallas ni, por supuesto, teme que lo vayan a quemar la hoguera. Pero esos tiempos han quebrado; tienen puesto el cartel de “se vende”. Aceptar los maltratos es cosa del pasado. Pero no es justo juzgar su intolerancia ni sus perversos vicios porque quien más quien menos peca de exceso de celo en lo suyo. Yo mismo soy amante de ciertos memorables momentos de la historia, como aquellos maravillosos años en que alimentábamos a los leones con cristianos.
Soy fan de lo que provocó Lutero –que no de Lutero, ojo- desde que leí una novela que narra acontecimientos muy similares a los de Orejudo en “Reconstrucción”. Se trataba de “Q”, un experimento a varias manos por un grupo autodenominado Lutter Blisset luego reconvertido en Wu Ming. “Q” es una novela genial, no tanto por méritos artísticos propios como por la ventaja que le ofrece contar una de las más apasionantes historias político-religiosas de las que tengo constancia: el cisma dentro de la iglesia católica y lo que eso creó: el anabaptismo.
Todo esto para decir que me ha encantado el relato de Orejudo por muchas razones pero por encima de todas por el apasionante pedazo de historia que vuelve a traer(me) a la memoria. A mayores, por guapos y buenos, nos regala una estructura de novela de recuerdos con cierto misterio en lo que a sus narradores respecta así como una gran cantidad de diálogos maravillosos que parecen haber sido diseñados para destruir lo que tocan, porque no se salvan ni los unos ni los otros (no hay buenos y malos en esta historia, si acaso solo “malos”) ni falta que les hace, que méritos han hecho pocos. “Reconstrucción” se convierte, por derecho propio, en una novela que debería ser de lectura obligada en los institutos a la hora de hablarnos de aquellas “pequeños” pasos que dio el hombre para hacer posible el Renacimiento. “Reconstrucción” es también, para servidor, la puntilla que faltaba para hacerme incondicional de este señor.

2 comentarios:

  1. Y he aquí la muestra de la doble conversión incondicional de un lector: a la mejor narrativa, y a la de didáctico de la misma a través de una lúcida escritura.

    Un abrazo.

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  2. Es que soy muy fácil de convencer.

    Me pillaste acabando "La Nave". Un divertidísimo primer relato de Orejudo que trataron de hacer pasar por novela y que en mi word no tiene mas que 11 hojas.

    Ya me he leído toda su obra de ficción y, gracias a su blog, una parte de la real, con la que, además, comulgo.

    Alguien debería obligar a este hombre a escribir sin parar.

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